Una afirmación fascinante emerge de los registros históricos, sugiriendo que los geógrafos árabes de los siglos XIII y XIV d.C., mucho antes de los exploradores europeos, supuestamente poseían conocimiento de una isla grande y muy montañosa en el océano más meridional. Esta enigmática tierra fue descrita como situada muy al sureste de Borneo y deshabitada por humanos, salvo por gigantescas aves conocidas como 'sheemoah'.
Esta afirmación se deriva de la discusión de Eccles en Proceedings New Zealand Institute, vol. III, p. 65, que hace referencia a "The English Mechanic" del 3 de diciembre de 1869, p. 279. El texto citado indica que varias obras geográficas árabes de los siglos mencionados, muchas de las cuales han sido traducidas, proporcionan una descripción sorprendente de esta isla más meridional.
Uno de los aspectos más intrigantes de esta afirmación es la designación 'sheemoah' para los colosales habitantes aviares. Este término tiene un notable parecido fonético con 'Samoa', el nombre de una isla y nación situada en el Pacífico. Esta similitud enciende la especulación sobre posibles conexiones lingüísticas o una conciencia geográfica más amplia entre las civilizaciones antiguas.
Además, los anales históricos del Sultanato de Tidore en el norte de las Molucas, Indonesia, también insinúan extensas interacciones pasadas con el mundo árabe. Según los relatos de algunos historiadores de Tidore, la influencia del Sultanato se extendió más allá del archipiélago indonesio hacia la región del Pacífico. Esta influencia supuestamente abarcó el comercio y el dominio político, con afirmaciones que sugieren el control de Tidore sobre una porción significativa de las islas del Pacífico.
La genealogía de los reyes de Ternate y Tidore remonta al primer gobernante de Tidore a Muhammad Naqil, quien ascendió al trono en 1081 d.C. Sin embargo, el Islam no fue adoptado como la religión oficial del Reino de Tidore hasta finales del siglo XIV, bajo el reinado del undécimo sultán, Djamaluddin, quien abrazó el Islam a través de los esfuerzos de proselitismo del jeque Mansur de Arabia. Esta conexión con los misioneros árabes facilitó una extensa comunicación e intercambio cultural.
Los vínculos entre el Sultanato de Tidore y comerciantes y predicadores de diversas partes del mundo, incluyendo Arabia, subrayan la existencia de activas redes marítimas durante esa época. Estas redes podrían haber facilitado el intercambio de información y conocimiento geográfico a través de vastas distancias, incluyendo potencialmente la conciencia de tierras más al sur como se documenta en los textos geográficos árabes.
Sin embargo, es crucial reconocer que las afirmaciones sobre el conocimiento de Nueva Zelanda por parte de los geógrafos árabes y el dominio de Tidore sobre una gran parte del Pacífico siguen siendo especulativas y necesitan una investigación más rigurosa para su verificación definitiva. La descripción de una isla muy al sur habitada por aves gigantes podría aludir a otra masa de tierra, aún no identificada, y las afirmaciones del control pacífico de Tidore requieren evidencia histórica más sustancial.
Sin embargo, la similitud fonética entre 'sheemoah' y 'Samoa', junto con los relatos de las extensas redes comerciales y la influencia política de Tidore, presenta un enigma intrigante. ¿Es esto simplemente una coincidencia, o representa un vestigio de conocimiento e interacción antiguos que conectan estas regiones distantes?
Si futuras investigaciones corroboran estas afirmaciones, se necesitaría una revisión significativa de nuestra comprensión de la exploración global y el conocimiento geográfico poseído por las civilizaciones antiguas. También plantearía nuevas preguntas sobre los mecanismos a través de los cuales dicha información sobre territorios remotos del sur llegó al mundo árabe.
El extenso comercio marítimo en el Océano Índico durante ese período facilitó el intercambio de bienes e ideas entre diversas culturas. Los comerciantes árabes eran marineros renombrados con redes comerciales que se extendían desde el Medio Oriente hasta el sudeste asiático. Es plausible que durante sus viajes, adquirieran información sobre tierras más al sur.
Además, la propagación del Islam desempeñó un papel vital en las interacciones interculturales en el pasado.
Los eruditos y misioneros islámicos a menudo emprendían largos viajes para propagar su fe, y durante estos viajes, podrían haber intercambiado conocimiento geográfico y cultural con las poblaciones locales.
La narración del jeque Mansur convirtiendo al rey de Tidore ejemplifica cómo las interacciones entre los árabes y el pueblo del archipiélago indonesio podrían conducir a cambios históricos y culturales significativos. Interacciones similares a través del comercio y las alianzas políticas podrían haber extendido la influencia de Tidore hacia el este, hasta el Pacífico.
Por el momento, estas afirmaciones siguen siendo hipótesis convincentes que desafían a historiadores, lingüistas y arqueólogos a llevar a cabo investigaciones más profundas. Es esencial un examen exhaustivo de textos antiguos, registros históricos locales y evidencia arqueológica de las regiones relevantes.
Si futuras investigaciones confirman con éxito estas afirmaciones, se necesitaría una reevaluación de los mapas históricos del mundo y una comprensión revisada del alcance del conocimiento y la influencia de las civilizaciones antiguas.
El análisis etimológico del término 'sheemoah' y su comparación con las lenguas del Pacífico podrían arrojar pistas sobre posibles conexiones lingüísticas antiguas.
Las investigaciones arqueológicas en Nueva Zelanda y las islas del Pacífico que supuestamente estuvieron bajo la influencia de Tidore también podrían proporcionar evidencia física de interacciones pasadas.
La narración de posibles conexiones antiguas entre el mundo árabe, el archipiélago indonesio y el Pacífico sirve como un recordatorio de que la historia a menudo contiene misterios sin resolver. Nuevos descubrimientos y reinterpretaciones de registros antiguos pueden remodelar continuamente nuestra comprensión del pasado.
El estudio de las interacciones entre civilizaciones antiguas es un esfuerzo continuo. Cada nuevo hallazgo abre nuevas vías de investigación y nos obliga a explorar más a fondo las complejidades de la historia humana.
Si bien las afirmaciones sobre el conocimiento árabe antiguo de Nueva Zelanda y el alcance pacífico de Tidore siguen sin confirmarse, ofrecen una visión fascinante de la potencial interconexión del mundo antiguo y la inmensidad de lo que aún queda por descubrir sobre nuestra historia compartida.
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